sábado, 21 de noviembre de 2009

Contra Miguel Lillo - Semifinal - Clausura

Durante la semana previa al partido, en el blog de Miguel Lillo, uno de sus miembros había escrito que no era cierto que Héctor era el mejor arquero del campeonato, que mejor era el de Miguel Lillo. Lo que generó una serie de respuestas, respetuosas si, pero desafiantes y el profético anuncio que sería un duelo de arqueros en los penales…
El montañista que se acerca a la cumbre ve todo de modo diferente. De igual modo las cosas cambian su apariencia y los colores renuevan su brillo, las sensaciones se redefinen y el mundo que rodea a los jugadores del campeonato parece cambiar completamente en la medida que se aproxima a la meta, cuando se percibe la cercanía del anhelo de levantar la copa en la vuelta olímpica compartida con los hermanos compañeros del camino. Ese sueño de gloria, pareciera poderse ver solo con abrir los ojos. Sin embargo el equipo Lillense se cruzaba delante tapando la contemplación de nuestra visión y no podíamos permitirlo.
No sería exacto hablar de tranquilidad en el comienzo del partido: porque más allá de la cordialidad y el buen trato, existía en el rostro de los jugadores de ambos equipos una seriedad dominante; y ocultos dentro de sus pechos sus corazones frenéticamente acelerados. El primer síntoma del nerviosismo imperante fue el reclamo del delegado de Lillo de que no se había pedido jueces de línea, sumado a nuestro pedido de elegir cancha porque no queríamos dejar nada sin controlar.
El juego comenzó con dos equipos concentrados que no regalaban nada, pero lentamente la cancha se comenzaba a inclinar a nuestro favor. Especialmente porque no se cerraba la cancha, nuestro medio campo funcionaba y los avances rivales comenzaron a volverse predecibles porque se apoyaban mayormente en un solo jugador que desbordaba por izquierda (posiblemente a causa de las ausencias de jugadores claves inhabilitados para este partido del rival). Con todo, comenzaron a generarse situaciones de peligro en el arco contrario, sin dejar de mencionar que la primera la tuvieron ellos, pero nosotros generábamos más. Sin embargo no lográbamos terminar las jugadas y el marcador se negó a cambiar en el primer tiempo.
Sergio estaba especialmente concentrado en su rol de técnico y pensaba toda estrategia posible por lo que realizó algunos cambios, siempre con múltiples indicaciones. Al segundo tiempo mandó un equipo renovado en algunos puestos pero de similares características porque notaba que la máquina estaba funcionando y solo faltaba asestar un golpe efectivo. Y allí percibió ese impulso intuitivo que suele hacer la diferencia porque más allá de los cálculos de habilidades, talentos, estado físico, motivación, puesto y condiciones tubo la seguridad que el jugador indicado para dar ese golpe era Ricardo y lo mandó a hacer el papel de nueve. El mocho no defraudó y con un toque virtuoso pateó reclamando el primer gol. Que en justicia comparte con Felix que robó esa pelota y Fabián que puso un gran pase cruzado habilitando al goleador.
El pedido de Miguel Lillo de no incluir jueces de línea fue equivocado, lo que se debió pedir es que el árbitro dejara dirigir a otro. Porque fue lamentable: provocó los conflictos, fue muy generoso con las tarjetas amarillas hacia los jugadores afectados por sus provocaciones y cuando pudo aplicó compensaciones injustas como la expulsión por doble amarilla de uno de nuestros jugadores luego de que se diera cuenta que había expulsado a un lillense sacándole una amarilla para amedrentarlo.
Lillo no aflojó y buscó el empate tenazmente pese a que poco faltó para que Fabián anotara el segundo, pero un tiro libre muy bien ejecutado nos metió a la definición por penales que nos devolvía la angustia.
Pero teníamos a Héctor y en el fondo todos confiábamos que nuestro arquero significaba una ventaja significativa. -Yo pateo primero…, se ofreció con esa personalidad tan especial Fabián ¿Cuándo escucharon que un jugador se ofrezca a patear el primer penal?, Sergio accedió aprovechando su confianza y organizó el resto de pateadores. Mientras nos poníamos de acuerdo y el DT explicaba porque prefería que pateemos primero, nos dimos vuelta porque el árbitro había dado la orden y veíamos a Fabián rematando fuerte al medio. Goooool, dijimos y fuimos a participar. Ellos anotaron, el Tano cumplió pateando esquinado, y luego el segundo tiro de ellos rebotó en el travesaño, más tranquilo pateó Héctor con destreza, el otro tiro del rival pasó cerca de las manos de Hétor, Nico se esmeró y en el cuarto tiro rival Héctor “Atila” Saleme ganó el duelo quedándose abrazado al balón, desatando la alegría y el festejo.
FASTA es finalista y el sueño ya ha mostrado bisos de realidad, hemos entreabierto los ojos y el dorado de la copa sigue estando allí, en la cumbre que ya muestra su cercanía. Pero también nos desafía y enseña su esbeltez. Sus peñascos y acantilados nos advierten dificultad. Pero el montañista vive enamorado de lo difícil.
Falta un solo obstáculo para lograrlo, hagamos el esfuerzo y merezcamos el premio.
¡¡¡Arriba FASTA!!!!
FUERTES Y DIGNOS

FICHA

Fecha: Semifinal - Cancha: 4 (Antena) - Rival: Miguel Lillo - Resultado: 5 a 3 (0 a 0- 1 a 1 /penales:4 a 2)- Camisetas: David
Equipo: Sergio (DT),Berna, Pizu, Simón, Héctor, Hugo, Rober, David, Federico, Ricardo, Fabián, Ignacio, Rodrigo, Fernando, Tano, Nico y Felix

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