sábado, 13 de septiembre de 2008

EL SINDROME DEL CHOMPIRAS









Por el broma tólogo Dr. Acido Urico.

Dame, Señor, el sentido del humor; dame la gracia de saber aceptar las bromas para que pueda sacarle a la vida un poco de alegría y la haga también participar a los demás.

(Santo Tomás Moro)

Una confesión visceral: es difícil hacer “humor” después de lo que pasó el sábado. Pero, bueno, debo hacerlo. Para eso me pagan los 2 pesos para el árbitro, y un vaso –solo uno- de Coca en el tercer tiempo.

Sería fácil –tal vez gracioso- hablar de que un genetista ruso logró clonar un par de mamuts, que de noche se juntan a porronear en la Antena –testigos hablan de hasta seis cajones al hilo- y que, antes de irse, de pura maldad, se orinan todo… justo en la cancha donde nos toca jugar.

También podríamos culpar a Eloir ¿sospechoso que no estuvo el sábado, no?, que detrás de la moreras nos saca fotos para después hacernos una macumba bahiense…

También podemos incluir a la tormentita de Santa Rosa retrasada, al calentamiento global que afecta nuestras habilidades; a la matanza de ballenas, al derrumbe de la Bolsa. Y ¿por qué dejarlos afuera? A Evo Morales, Antonini Wilson, la Rana René y Matías Alé… En fin, excusas no nos faltan; autocrítica tal vez sí.

La muchachada fue cayendo al baile, a deshora, sí, pero con buen semblante. Estuvieron casi todos –casi, porque faltaron Fernando, Nicolás, Hugo y el Cura- Sorprendió el comentario de Federico, que por lo bajo dijo: “estoy lesionado, pero no se lo digan a nadie”, y la llegada de “Orteguita”, que esta vez –como una premonición- chocó a un ciclista. Como se torció el tobillo derecho, se puso tantas vendas que no dejó nada para hacer “La momia 4”. Sus piernas estaban tan gordas como las chichís de “Cuestión de Peso”…

También tuvimos la agradable visita de Augusto, aún sin operar. “Es que todavía no están los clavos”, se excusó. “Cómo, ¿y tu mujer, tu suegra?”, preguntó un irreverente. “Podrían servir –retrucó él- pero no son biodegradables”…

Viejos son los trapos

El partido nos sorprendió tocando con criterio en el medio, tratando de hacer circular la pelota. Primero asustamos con un desborde por la derecha de Fabián, que tiró un centro rasante que nadie pudo conectar. Después hubo otra de “Orteguita”, que devolvió de primera -¡sí, leíste bien, aleluya!, que entre Ignacio y Fabián se molestaron, permitiendo el rechazo rival. Pero de ahí sacamos una enseñanza: la defensa de Lastenia jugaba más en línea que una regla de arquitecto…

Así no sorprendió que promediando el primer tiempo, Matías robara una pelota en el centro, avanzara unos metros y, a lo “Pipo” Gorosito, metiera una bocha profunda para Ignacio que, haciendo la diagonal de izquierda al centro, definió como Ramón Díaz frente a los rusos en el mundial juvenil del 79. Golazo. Para aventar los fantasmas de siempre. Para dar confianza a un jugador que venía de una operación y dos meses de inactividad.

Pudimos liquidarlo con una corajeada del Negro Mario, pero su remate cruzado lamió el palo derecho.

¿Y Lastenia? Poco, poquito. Con menos juego que una plaza abandonada. Sólo los piques hiperkinéticos del 15 y del otro puntero, que a veces nos agarraban mal parados, sobretodo por izquierda.

Falta poco. Corner a favor. Rebote al borde del área, alguien se duerme, otro alguien le pifia, y el 15 se fue derechito al gol sin resistencia.

Pero faltaba lo peor. Cuando todavía mascullábamos las razones del empate, nos hicieron el segundo, con un tiro cruzado que hizo estéril la volada –sí, volada- de Ricardo.

Salió Ignacio, entró David. El equipo, golpeado por los dos cachetazos, buscó pero con poca claridad. Si embargo, en una jugada confusa que involucró a Fabián, el árbitro cobró penal.

Como siempre, tomó la pelota “Orteguita”. Hubo intranquilidad en el banco. ¿Cómo, no está lesionado? Tratando de acomodarla, Pablo le pegó con el arco del pie derecho, pero la pelota salió desviada. Con onda, ¿era necesario exponer a un tipo que jugó todo el partido de zurdo porque tenía dolor o desconfianza en el pie derecho? ¿Nadie más podía asumir la responsabilidad de patear?

Nos robamos la hazaña

El segundo tiempo arrancó chivo. Ellos se perdieron el tercero con el arco vacío. Como estaba programado, a los 20 reingresó Ignacio y debutó Carlos. No pasaba nada hasta que salió un pase de la derecha a la medialuna del área, un lasteniense le chinguió, e Ignacio, de espaldas al arco, la levantó, hizo dos jueguitos con la rodilla para acomodarse, girar y ponerla de zurda junto a un palo, justo a donde copulaban dos pollitas de juerga. Otro golazo. Otra descarga de emoción para rodar una película.

Y si el empate era negocio, qué decir cuando Ignacio se escapó por la izquierda, aplicó el freno y envió un centro de derecha que “Orteguita” peinó con la última chapa que le queda. Con ángulo invertido, me hizo acordar al tercero del Bati frente a Brasil en la copa América del 91.

Hazaña. Ya está, grita el corazón. Pinchen las pelotas. Santa Rosa, ahora sí largate con piedra y todo. Total, ¿quién nos quita lo bailado?

Aunque parezca mentira, nosotros mismos nos quitamos la alegría. A menos de cinco minutos para el final, regalamos dos goles que nos dejaron en terapia.

Como El Chómpiras, aquel personaje de Roberto Gómez Bolaños, hicimos todas las macanas juntas para ganarnos un cachetazo.

¿Qué nos pasa que siempre perdemos la concentración? ¿Nos falta experiencia, nos sobra ingenuidad? ¿Entramos demasiado confiados, relajados, a jugar los partidos? ¿No nos estamos enfocando en el gran objetivo?

Estas y otras preguntas debemos responderlas antes de que sea demasiado tarde. Todavía estamos a tiempo. Ya nos demostramos a nosotros mismos y a los demás que podemos

A reaccionar, que en estas instancias los errores se pagan muy caro. Y sino que lo diga el Chómpiras.










Bronca y desilución en los rostros, después de la derrota.

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