sábado, 30 de agosto de 2008

Y UN DIA COBRO FREUD…

La columna del broma tólogo Dr. Acido Urico

¡Aleluya, gloria a Dios!
¡Hosanna en el cielo, hosanna en las alturas!
¡El Señor es mi pastor, nada me puede faltar!...
Prohibido equivocarse. Estas exclamaciones no tronaron en una convención evangelista para “dejar de sufrir”, sino en la cancha 4 de la Antena, cuando después de 320 minutos, el equipo FASTA volvió al triunfo.
Parece una paradoja pero no lo es. En el día de Santa Rosa, si bien no llovió, se terminó la sequía. Adiós a los gualichos y a las fotos perforadas con alfileres. Chau a los orines de mamut, a la macumba de Bahía y a los palos y afuera que nos hacían perder partidos imposibles. Salió todo redondo, como la panza cervecera de más de uno.
De antemano, el partido pintaba accesible, pero todo resultó un espejismo cuando los psicólogos saltaron a la cancha: parecían más rugbistas que jugadores de fútbol. Sólo faltó que nos hicieran un haka psiconalítico para meternos pavor. ¡Mamita querida! ¡El 4! Para marcarlo había que subirse a los zancos, y así y todo te sacaba una cabeza…
Sin embargo, el equipo no se apichonó y pegó primero. Anticipándose al Día del Maestro, Fabián encaró por la derecha a una defensa más abierta que gimnasta olímpica en la barra, y definió fuerte y a media altura. El aquero, vestido con un buzo amarillo como el uno holandés en el Mundial 78, sólo atinó a certificar que le hicieron un golazo.
Los psicólogos quedaron para el diván. Comenzaron a insultarse, no se sabe si por motivos futbolísticos o por picas internas entre freudianos y lacanianos. Lo cierto es que sus avances tenían menos sorpresa que un huevo Kinder. Sólo arrimaban algo de peligro haciendo desbordes por la derecha, que siempre eran bien neutralizados por nuestros centrales.
Para no darles posibilidad de recuperación, llegó el segundo. Otra vez Fabián corrió por izquierda una pelota perdida, el holandés, como si estuviera jugando al “Alto ahí”, soltó el balón y el goleador la empujó al gol con la complicidad de un defensor que la clavó peor… Se ve que a Fabián le vino bien la fisura de costilla. Che, ¿y si a otros pataduras del equipo les hacemos lo mismo? Mandamos a la Chancha Ale y que parezca un “accidente”…
Parecía un partido sentenciado. Pero en un corner, Fernández Lobbe, Hasán y el “yanqui” Martín cargaron como un line dentro del área y lograron descontar.
En el entretiempo, el DT tuneó la defensa: Ricardo fue al arco por Hugo, que pasó de marcador izquierdo, y Nicolás entró de segundo zaguero central. La idea era contrarrestar a los lungos con más altura.
El segundo tiempo se volvió emotivo. Los psicólogos, apostando a la única carta ofensiva que los hizo ganarse el mote de “mecheras” (porque viven del centro) Nuestro equipo, aguantando el chubasco con coraje y determinación. Así creció la enorme figura de Roberto –por lejos, el jugador más regular del equipo-, de Nicolás, anulando a los gigantes; Matías, corriendo todas y a todos (hasta al empanadero…) También se lucieron Hugo, un gran tiempista, Fernando y Sergio, hasta que se les acabaron las Duracell… En fin, todo el equipo fue la figura.
El fantasma del empate sobrevoló nuestra área, pero también es cierto que en un par de contras –“Orteguita” Schivonne estrelló un tiro en el palo- pudimos liquidar el pleito. ¿Una buena? El regreso de los “muertos vivos”: Augusto e Ignacio. Al primero lo operan esta semana –mucha suerte, Palermo- y el segundo, tras una doble operación que lo mantuvo un mes sin actividad, entró unos minutos y en una corrida electrizante casi hace el tercero. Hubiera sido de película. ¡Por qué no calza 43, carajo!
Ganamos porque fuimos muy ordenados, igual o más que el novio loco de “Durmiendo con el enemigo”. Y porque no hay mal que dure cien años ni corazón que lo resista.
Ahora, la clasificación está otra vez cerca, tan cerca como la primavera que, si Dios quiere, va a perfumarnos de gloria.
Se puede. Depende de nosotros.

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